ALBERTO PASCUAL GARCÍA
José María García-Luján fue alumno y docente en el Máster en Estudios Avanzados de Teatro de UNIR y es el autor del recién publicado libro “El experto amateur”.
El título, El experto amateur (editorial Bolchiro), abre un interrogante ya de entrada: ¿estamos ante un manual de técnica actoral? ¿De dirección de escena para expertos y profesionales? O, por el contrario, ¿ante un texto dirigido a aficionados que desean tener claras las pautas de una puesta en escena? Hablamos sobre ello con su autor, José María García-Luján (Cádiz, 1966), profesional en el ejercicio de la Abogacía, pero con una amplia experiencia como escritor y dramaturgo.
Gran amante del teatro, ha ejercido como director de escena y actor aficionado. Ha sido presidente de la Federación de Teatro Amateur de Madrid y de la Confederación Nacional de Teatro Amateur y ha formado parte del Consejo Estatal de Artes Escénicas. Además, estudió el Máster Universitario en Estudios Avanzados de Teatro de UNIR, donde luego colaboró como profesor. Actualmente, es miembro del Consejo de Cultura de la Comunidad de Madrid y jurado de los Premios Valle-Inclán de teatro.
Aprende a ser un ‘experto amateur’ del teatro
Para alguien que quiere dar sus primeros pasos sobre las tablas -ya sea como actor, director, o gestor de compañía- este libro es una excelente guía llena de trucos que marquen su camino con paso firme. Y es que, ¿se puede ser experto de algo que no se ha hecho nunca? García-Luján nos abre los ojos: “El oxímoron que plantea el título de este libro es una especie de guiño, indicando que se puede ser un amateur y, a la vez, realizar la tarea con los conocimientos y las técnicas de un experto. La idea base es conseguir disfrutar la práctica del teatro amateur desde la búsqueda de la excelencia en lo que se está haciendo”.
En las primeras páginas, García-Luján marca cuatro características que deben poseer aquellos que deciden hacer teatro: constancia, paciencia, disciplina y lo que denomina “sana obsesión” por el teatro en sí. Comenzamos desde aquí nuestro propio camino con el autor para entender mejor su trabajo.
Estos rasgos de los que hablas, ¿se encuentran, a tu parecer, igual en el ámbito profesional que en el amateur? ¿Deben ser más intensas en el amateur, por no hacer del teatro su medio de subsistencia?
Deben estar presentes en todo aquel que desee hacer algo que exige, además de una fuerte vocación, un conocimiento técnico cualificado y una preparación y ello implica constancia y disciplina. La paciencia es para ver llegar los resultados a través del trabajo y de la mejora paulatina. Al profesional se le presumen estas características, el amateur debe comprometerse a lograrlas.
En tu obra das una importancia capital al trabajo del texto: ¿qué tipo de análisis recomiendas para quien desee poner un texto en pie?
Un trabajo consistente en dos ámbitos: entorno y núcleo. El entorno para conocer todo lo que rodea a la obra, su contexto, la época, el autor, el momento vital del autor, lo que significó… Y luego la obra en sí. Hay que leerla y releerla hasta obtener todo su significado: lo que dice y lo que calla, quién habla y a quién, cómo dice cada cosa, qué significa lo que la obra pretende y qué significan las palabras con las que lo dice. A partir de un conocimiento profundo de la obra y de su autor se puede empezar a desarrollar un gran trabajo de actor y, no digamos, de director.
Dentro del capítulo dedicado al director, das una importancia fundamental a su trabajo con los actores: ¿cuáles serían para ti las pautas fundamentales de una buena dirección de actores y de un adecuado cuaderno de dirección?
Subrayo que nadie debe conocer mejor la obra que el director. Es obligado convertirse en un experto en la obra. A partir de ahí se puede ayudar mucho a los actores a desarrollar su trabajo y no olvidar nunca que se trata de un grupo humano al que hay que liderar desde la comprensión, corrigiendo defectos y potenciando habilidades.
El cuaderno de dirección es una herramienta que ayuda al director a no repetirse y, sobre todo, a no contradecirse. Al tratarse de un instrumento escrito permite comprender cómo va el trabajo, qué hay hecho y qué falta por hacer. En él se vuelcan las ideas, primero, y luego los resultados. Leerlo de principio a fin puede ayudar a valorar si se ha conseguido lo que se pretendía.
Con enorme sentido del humor -presente en todo el libro-, hablas de los diferentes caracteres con los que el director de escena debe lidiar: el entusiasta, el cerebrito, el negativo, el diésel, el codirector… ¿Estas tipologías son reflejo de tu experiencia como director de teatro amateur?
Todo está fundamentado en la experiencia concreta personal. Son prototipos muy frecuentes en el teatro amateur. Hay muchos más tipos de personalidades, pero las que he señalado tienen solución, por eso las defino. Nunca hay dos personas iguales y, mucho menos, dos actores iguales, pero sí que hay tendencia a echarse encima un disfraz u otro. Con estas definiciones he pretendido tratar a todos los prototipos con cariño, que ninguno resulte molesto, pero, desde luego, no lo he conseguido, porque he recibido muchas quejas de quienes se han identificado con su prototipo y al verse reflejados se han encontrado desnudos.
El libro viene aderezado con ilustraciones explicativas que facilitan la comprensión de cuestiones muy técnicas, incluso obras cortas de las que eres autor para poner en práctica lo aprendido. ¿La intención era hacerlo más didáctico?
Las ilustraciones son obra de un gran artista, arquitecto, Samuel Prats, que ha entendido perfectamente el libro y lo que se cuenta en él. Acompañar la explicación con imágenes es siempre una gran ayuda.
En cuanto a las piezas cortas, que he denominado “chupitos de teatro”, son ideales para practicar registros, roles, y demás elementos de dirección y de interpretación. Están conformadas por un humor que quiere recordar al “humor del absurdo” para que los personajes tengan total libertad de interpretación.
Uno de los capítulos del libro está destinado a explicar qué es una asociación, cómo se forma, cómo se registra y cómo queda regida por unos estatutos. ¿Estas cuestiones siguen siendo desconocidas o poco tenidas en cuenta en el mundo del teatro amateur?
Sí, pienso que estos aspectos son altamente ignorados, pero necesarios, a fin de cuentas, por eso he pretendido ofrecer ejemplos y modelos prácticos que realmente ayuden a poner en marcha una compañía de teatro amateur. Aunque existen varias vías para formar un grupo de teatro aficionado la más sólida es a través de la figura de asociación cultural. Una de las cosas que planteo en el libro es la reivindicación de una figura jurídica legal concreta y específica que regule las compañías de teatro amateur. En España son más de ocho mil y tienen que tomar prestadas otras figuras por afinidad.
Defines con claridad la necesidad de que cada asociación realice un proyecto cultural que la defina. ¿Es importante marcarse unas señas de identidad?
Me parece muy conveniente. Ayuda a definir hacia dónde se dirige ese grupo humano y cuáles son sus objetivos. Es una buena forma de saber dónde se mete alguien que pide el ingreso en la compañía y también un filtro para regular la admisión de nuevos integrantes.
Viendo las cifras que das en tu libro sobre el teatro amateur en nuestro país, parece que es muy numeroso, que está muy extendido, y que es la base para que muchos de estos aficionados den el salto al mundo profesional. ¿Deben dialogar más ambos “mundos”, el de los profesionales y el de los aficionados, para fortalecer esa base y difundir la actividad teatral en ámbitos escolares y socioculturales?
El teatro con mayúscula está integrado por ambos mundos, el profesional y el amateur y no hay posibilidad de fricción alguna entre ambos… si cada uno hace lo que le corresponde. Además de ello, que el teatro forme parte de nuestra enseñanza básica, como en otros países, debe ser una aspiración colectiva, pues potencia el conocimiento de la literatura dramática española, la más importante del mundo, y pone en valor principios como el trabajo en equipo y la solidaridad.
Aludes a tu paso como alumno y como docente por el Máster en Estudios Avanzados de Teatro de UNIR. ¿Cuál es tu valoración de la situación de la docencia teatral en España?
Mi opinión es que se está empezando. Ha surgido hace poco y todavía tiene mucho camino por delante. Por eso valoré muy positivamente la iniciativa de UNIR de ofrecer ayuda en este ámbito. Además, UNIR lo ha hecho de la mano de las más cualificadas personalidades del teatro.
Por último, ¿qué aconsejarías a nuestros alumnos del Máster en Estudios Avanzados de Teatro si desean poner en marcha un proyecto de asociación?
Cuando ejercía como docente de la asignatura Estrategias de Mercado siempre decía que todo nuevo proyecto requiere de un DAFO. Así que aplicaré el cuento. Estudiar cuáles son las Debilidades, las Amenazas, las Fortalezas y las Oportunidades, es un buen comienzo. Luego, que desarrollen su actividad disfrutándola al máximo. Si tienen dudas…El experto amateur.
Fuente imagen portada: Academia de las Artes Escénicas
Fuente ilustración cubierta del libro: Samuel Prats.
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