En el corazón de Londres, mientras la ciudad huye de la peste, una casa abandonada se transforma en el escenario de una de las estafas más hilarantes y mordaces del teatro clásico. El Alquimista, comedia maestra de Ben Jonson, nos sumerge en un universo donde la codicia humana se disfraza de fe, ciencia o amor, y donde nadie —ni nobles, ni clérigos, ni comerciantes— escapa a la sátira feroz de sus ambiciosos deseos.
Con una mezcla explosiva de ciencia falsa, charlatanería y teatro dentro del teatro, tres personajes toman el control: el astuto sirviente Cara, el delirante “doctor” Sutil y la camaleónica Dol Común. Juntos manipulan a crédulos ciudadanos prometiéndoles oro, juventud eterna, poder sobre las masas o la gracia divina… todo, por supuesto, a cambio de jugosas sumas de dinero.
Cada nuevo visitante trae consigo una caricatura social: el caballero que quiere ser inmortal, el puritano que quiere multiplicar su congregación, el escribano que desea trampear al destino. En este carnaval de ilusiones, la palabra es alquimia y la mentira, un arte elevado.
Pero cuando el juego se vuelve inestable y el amo de casa amenaza con volver, la tensión se mezcla con el caos. ¿Podrá el trío seguir tejiendo su farsa o todo se desmoronará en una cómica explosión de verdades incómodas?
El Alquimista es una crítica aguda, una carcajada contra la avaricia, y un espejo cómico donde cada espectador se ve reflejado. Una joya teatral donde la comedia es tan corrosiva como el ácido alquímico.