La “forma” es Diana, la gran estatua, en la que el joven escultor Sirio Dossi tiene la intención de crear con un compromiso apasionado una imagen de belleza suprema, fijada para la eternidad en su perfección, en contraste con la existencia cambiante, defectuosa y sin forma.
La “vida” es Tuda, su modelo, que obliga a poses extenuantes para capturar en ella la fugaz perfección para ser inmortalizado.
Es una “Tragedia en tres actos”. El dualismo de la vida y la forma, el tema dominante de la dramaturgia pirandelliana más madura, en Diana y Tuda, incluso actúa como un protagonista explícito en la sugerente personalización de las dos entidades abstractas que dominan todo el drama haciendo que ese conflicto teórico sea vivo y concreto.