Es un guiñol, es decir, una puesta en escena con títeres además de una escenografía propia de este arte los cuales, en esta pieza de teatro en específico, y por expresas ordenes de Huidobro en la advertencia de las primeras páginas, deben actuar con gestos pintorescos, aunque sin rozar la vulgaridad.
Este es uno de los rasgos que hace que la obra sea tan cómica y periódica, aludiendo, con los hechos y referencias que la inundan, a la crisis política que había en Chile en los años 30, década que se caracterizó por una sucesión caótica de cortos gobiernos de la República Socialista, los que remecieron a la sociedad chilena. De esta forma, y usando recursos irónicos, el dramaturgo nos quiere mostrar lo absurdo y confuso de esta época en específico y lo hipócrita de la vida social en general.