En 1925, en aquel París de vanguardias y camareros, Antonin Artaud publicó un libro de poemas titulado “El ombligo de los limbos”, con el componente surrealista como versión del mundo. El venía del frío, no concebía la obra al margen de su vida.
Todo en él era biografía, un contarse a sí mismo a través de donde se podía ir más lejos, es decir, de la literatura. Después de recorrer con odio la propia creatividad, lo único que le interesa al poeta del surrealismo es contarse a sí mismo, destrenzar sus interioridades, ya de por sí destrenzadas por el camao de la vida, que golpea como golpeaba Cravan.
En 1927 publica “El pesa nervios” contiene una serie de reflexiones sobre la vida, el alma, el lenguaje, la inteligencia, la inspiración, la soledad, etc. El autor transcribe el dolor, poniendo su mirada en sí mismo, como su único testigo. Refleja la pérdida constante de la realidad y, como surrealista, aspira a ser comprendido por una sociedad indiferente e insensible.
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