¿Qué sucede cuando el ascensor de una moderna empresa se detiene entre pisos y encierra a tres personas que no deberían estar ahí juntas?
En “El Empleado del Mes”, una obra aguda y desestabilizadora de Leandro M. González, el encierro se convierte en confesionario, campo de batalla y espejo de un mundo empresarial plagado de cinismo, clasismo y apariencias. Tres personajes: un director egocéntrico que heredó el poder sin entenderlo, una secretaria eficiente que sobrevive con una sonrisa forzada, y un empleado gris pero inquietantemente lúcido, quedan atrapados en un ascensor inteligente… pero no lo suficiente como para evitar lo inevitable.
Lo que comienza como una situación absurda va deslizándose hacia lo inquietante, lo simbólico, lo filosófico. La conversación ligera se convierte en declaración de guerra; las bromas en manifiestos. El espectador será testigo de cómo la claustrofobia revela jerarquías ocultas, traumas personales, teorías delirantes (¿o visionarias?) y pequeñas violencias normalizadas en los entornos laborales.
Entre whisky envenenado, escotes tácticos y teléfonos sin señal, “El Empleado del Mes” es una sátira feroz que se ríe del mundo corporativo mientras expone su crueldad con inteligencia teatral. Nada es lo que parece, y todo puede suceder… porque en esta cápsula empresarial, las apariencias son una trampa y el encierro, una revelación.
