Basándose en la obra del español Tirso de Molina El burlador de Sevilla y convidado de piedra, la obra presenta a un personaje infiel, seductor, libertino, blasfemo, valiente e hipócrita: Don Juan, un señor noble y vividor que vive en Sicilia, colecciona conquistas amorosas, seduciendo a jóvenes de la nobleza y a sirvientas con el mismo éxito. Lo único que le interesa es la conquista y abandona a las mujeres tan pronto las goza. Sus conquistas le valen algunas enemistades y le obligan a batirse en algunos duelos, de los que, por otro lado, tampoco huye por esto. Plantea sus relaciones sexuales con las personas de su entorno con un cierto cinismo, y cuestiona a los homosexuales y los dogmas religiosos. Le gustan los desafíos, además del sexo con mujeres, hasta el desafío final: la cena con la estatua del Comendador que se lo llevará al más allá.
Esta obra de Molière suscitó una enorme polémica y que los devotos se levantaran contra Molière. Obra escrita inmediatamente después del Tartufo en la que Molière fustigaba la hipocresía de algunos devotos, ésta aparece, a los ojos de algunos religiosos de su época, como una apología del libertinismo. El único defensor de la religión parece ser Sganarelle, para quien la religión se parece mucho a la superstición y cuyo papel cómico es evidente. La obra sufrirá desde su segunda representación un ataque en toda regla. Se pedirá a Molière que suprima ciertas escenas (la del pobre) y algunos diálogos que aparentemente se mofaban de la religión. Sólo conseguirá publicarla en 1682 y en versiones censuradas. Habrá que esperar hasta 1884 para poder ver la representación en su versión original.
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